Por: Alexander Quiñones∼Moncaleano
Una navidad trágica y llena de violencia vivió el país. Los asesinatos llegaron sin piedad y las balas apagaron la vida de colombianos que su único delito fue trabajar por las comunidades olvidadas por el Estado. Veníamos de llorar el asesinato de Dilan Cruz y las lesiones que el ESMAD ha ocasionados a jóvenes colombianos como el caso de Duvan, que ha quedado paraplejico por un disparo de este escuadrón de la muerte, vimos también como intentaron desaparecer a varios jóvenes que estaban ejerciendo su derecho a la protesta. No acabamos de indignarnos y dolernos por ese macabro espectáculo auspiciado por la Policía colombiana cuando la JEP nos develo unas fosas que guardan los restos mortales de ciudadanos que fueron ejecutados por el Ejército y que hoy conocemos como falsos positivos.
Hoy toda Colombia parece una fosa común, ya hay conocimiento que hay 16 zonas donde también existirían estos ‘cementerios del horror’ como fueron bautizados por la prensa. En Antioquia: en Dabeiba, en la zona de Hidroituango, en la Comuna 13, en el municipio de Betulia y en Puerto Berrío.
En el departamento de Caldas: en las veredas Pradera (del municipio de Victoria), Simitarra (Norcasia), la Cristalina (Samaná) y en el resguardo indígena de San Lorenzo (Riosucio).
Otras cuatro zonas, dice Caracol, están en el Magdalena Medio: vereda Muzanda, en Lebrija (Santander), en el cementerio de Aguachica (César), en Hoyo Malo, en San Vicente de Chucurí (Santander), y en el cementerio de Cimitarra.
Finalmente, la emisora ubica más fosas en San Onofre, Sucre, específicamente en el cementerio del corregimiento de Rincón del Mar, en el cementerio central y en las fincas el Palmar y la Alemana.
Nos estábamos reponiendo de este macabro espectáculo cuando el viernes 20 de diciembre nos llegaba la noticia de la desaparición de dos antropólogos que iban camino a Palomino en La Guajira y fueron retenidos, torturados y asesinados. Sus cuerpo fueron hallados colgados y con capuchas en sus cabezas y con tiros de gracias. Ellos eran Nathalia Jiménez y Rodrigo Monsalve. Encontrados en Buritaca el lunes 23 y nos dejó paralizados. Nos confirmaba algo que nos negábamos a aceptar: el territorio colombiano está bajo el control de criminales y el Estado es inoperante y hasta cómplice. Gran parte del territorio está en manos de la criminalidad, ya sea el Clan del Golfo, Los Pachencas o cualquier otra banda.
Quiénes eran Nathalia Jiménez y Rodrigo Monsalve
Respecto a sus vidas, se ha sabido que Nathalia era una bióloga que trabajaba con la fundación Natura en Bogotá.
Sin embargo, ella viajaba constantemente al Caribe colombiano por motivos laborales.
“Allí se ocupaba del proyecto GEF enfocado en la conservación de la cuenca de los ríos Magdalena y Cauca, llamado Magdalena-Cauca VIVE. Esta ecóloga y antropóloga de 35 años, quien acababa de casarse, residía con su pareja en Santa Marta. Monsalve de aproximadamente 40 años, también antropólogo, se dedicaba a acompañar eventos como DJ en la misma ciudad”, aseguró El Espectador.
Hoy nos llegó la noticia que quiere instalarse como paisaje, que la normalicemos, del asesinato de la lideresa Lucy Villareal, en Llorente, Nariño. La líder social pertenecía a la Fundación Cultural Indoamericanto y fue abordada por hombres armados sin identificar y la ultimaron a tiros robandole la vida. Según la fundación Indepaz hay presencia de grupos al margen de la ley que ponen en riesgo a la comunidad.
Según fuentes locales, quienes acabaron con la vida de Lucy, decidieron hacerlo el 23 de diciembre, justo después de que la lideresa salía de impartir un taller para niños y coordinar la exposición Mujeres, Sur y Vida. que resalta a lideresas y defensoras de DD. HH.
Una de sus hijas lamentó la muerte de su madre a través de redes sociales. “Mi angelito guardián. Te vas siendo la mejor persona, la que llenaba con su sonrisa el alma de cualquier persona. Me haces mucha falta mi mamita hermosa, bella y encantadora mujer. Hoy partes con gran dolor, te extrañaremos”. Madre de dos hijas que quedan huérfanas y con una herida que quizá no puedan sanar completamente.
En la madrugada de hoy fue asesinado Reinaldo Carrillo Vera en el municipio de Pitalito Huila. El líder social Reinaldo Carrillo Vera fue asesinado por un hombre que le disparó en varias oportunidades en la madrugada del 25 de diciembre, mientras departía con sus familiares en la fiesta de navidad en su vivienda ubicada en el barrio Los Pinos en Pitalito, Huila.
La víctima era un dirigente social que hacia parte de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos ANUC, organización que lidera algunos procesos relacionados con la reforma agraria y la parcelación de predios.
“La Fundación Para La Promoción y Defensa de los Derechos Humanos condena este crimen y exige justicia, no a la impunidad. Solidaridad con la ANUC y la familia del compañero. Paz en su tumba”, destacó el abogado Emiro Bravo Muñoz, presidente de la FPDH.
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