Editorial
Ese sábado de lo desconocido, de la espera sin garantías, es el sábado de nuestra historia. En ese sábado hay una mecánica a la vez de desesperación —Cristo asesinado cruelmente, amortajado— y de esperanza. La desesperación y la esperanza son dos caras de la misma moneda de la condición humana.

En una entrevista, hecha por Laure Adler y publicada en formato de libro, George Steiner explica por qué en su libro Presencias reales afirma que “vivimos un largo sábado”. La explicación de Steiner viene del Nuevo Testamento: Jesús muere el viernes, el sábado es un día de incertidumbre, de espera, el domingo es el día de la resurrección. Pero Steiner (2016) pone el énfasis en el sábado, el día de espera:
Ese sábado de lo desconocido, de la espera sin garantías, es el sábado de nuestra historia. En ese sábado hay una mecánica a la vez de desesperación —Cristo asesinado cruelmente, amortajado— y de esperanza. La desesperación y la esperanza son dos caras de la misma moneda de la condición humana.
Durante el sábado esperamos y desesperamos el día siguiente, el domingo que llegue la resurrección que puede tomar cualquier forma que confirme nuestra esperanza, el milagro que nos salve: “Sin la esperanza del domingo, tal vez nos veríamos abocados al suicidio” (Steiner, 2016).
Pero la espera del sábado no puede ser pasiva, un simple dejar pasar el tiempo. En el Génesis (2:1-3) se dice que Dios al séptimo día de la Creación contempló su obra y vio que era buena, descansó y la bendijo. Pero ese descanso de Dios no implica no hacer nada, por el contrario, la Creación no está completa sino hasta que Dios la contempla y la bendice (Lowery citado por McCormick, 2010), la contemplación de la obra es parte de la obra misma. Es así como del descanso divino nace el Shabbat, el día de descanso, de contemplación, de analizar nuestras obras y de proyectarnos nuevamente hacia el mundo.
Es por esa razón que nace El Shabbat, un espacio para contemplar, reflexionar y cuestionar lo hecho hasta ahora durante tantos años de conflicto armado, pero también como un espacio para proponer, repensar, crear el domingo que nos espera. El Shabbat nace como un medio independiente que busca al mismo tiempo tanto la reflexión y la investigación sobre nuestra realidad de una cotidianidad por tantos años sumida en el conflicto armado, como el placer y el goce estético que nace entre los resquicios de esa misma realidad. Resumiendo: en El Shabbat se dan al mismo tiempo la reflexión periodística, política, jurídica y cultural sobre este sábado que vivimos, haciendo de este tiempo de espera un actuar esperanzado que nos ponga en disposición a los retos que se plantean con el posconflicto.
Nuestro presente histórico en Colombia es un largo sábado lleno de incertidumbre, pero también de esperanza, en el que estamos atentos para saber si el legado de sangre del viernes de pesadilla continuará indefinidamente o seremos capaces de ver el amanecer del domingo y, con él, una nueva oportunidad para comenzar de nuevo. Esperamos a convertir en realidad el milagro “que interrumpe siempre la marcha de nuevo del mundo y el curso de las cosas humanas, salvando de la perdición”, ese milagro “que es en definitiva el hecho de la natalidad, el haber nacido” (Arendt citada por Safranski, 1997, p. 442), es decir: la resurrección o el renacer.

Ese sábado de lo desconocido, de la espera sin garantías, es el sábado de nuestra historia. En ese sábado hay una mecánica a la vez de desesperación —Cristo asesinado cruelmente, amortajado— y de esperanza

Nuestro presente histórico en Colombia es un largo sábado
En una entrevista, hecha por Laure Adler y publicada en formato de libro, George Steiner explica por qué en su libro Presencias reales afirma que “vivimos un largo sábado”. La explicación de Steiner viene del Nuevo Testamento: Jesús muere el viernes, el sábado es un día de incertidumbre, de espera, el domingo es el día de la resurrección. Pero Steiner (2016) pone el énfasis en el sábado, el día de espera:
Ese sábado de lo desconocido, de la espera sin garantías, es el sábado de nuestra historia. En ese sábado hay una mecánica a la vez de desesperación —Cristo asesinado cruelmente, amortajado— y de esperanza. La desesperación y la esperanza son dos caras de la misma moneda de la condición humana.
Durante el sábado esperamos y desesperamos el día siguiente, el domingo que llegue la resurrección que puede tomar cualquier forma que confirme nuestra esperanza, el milagro que nos salve: “Sin la esperanza del domingo, tal vez nos veríamos abocados al suicidio” (Steiner, 2016).
La opinión que construimos todos
HidroItuango
Manifestación atacada por el ESMAD