
Por Sandra Liliana Oróstegui
Hace rato que Antonio Caballero viene cacareando sobre la necesidad de que desmitifiquemos el narcotráfico como delito, y, sobretodo, como el más grave de este país. Dentro de los argumentos de Caballero están que es un invento de la DEA para mantener su propio negocio. Es decir, el narcotráfico se lo inventaron los gringos para tener un poco de gente empleada en un supuesto delito, pero lo que en realidad hacen es ejercer control sobre las naciones que ya no se pueden dominar con el mito del comunismo.

Caballero también afirma que las drogas ilegales no son tan nocivas como los colombianos creen. Primero, porque en EE.UU. la gente no se muere por consumir coca. Es más, según la OMS, las drogas ilegales matan a mucha menos gente de lo que la hacen las legales: “de acuerdo con el trabajo Neurociencia del uso y abuso de las sustancias psicoactivas, un 12% de los fallecimientos que suceden cada año se debe a las drogas autorizadas (el 8,8% al tabaco y el 3,2% al alcohol), frente a un 0,4% debido a las sustancias ilegales: cannabis, anfetaminas (incluido el éxtasis), cocaína y opioides.”
Uno de los argumentos que más me gustan de Caballero es cuando afirma que el gran imperio gringo con su gran flota naval y sus máximos controles de seguridad no consigue contener la astucia y berraquera latinoamericana. Los criminales capturados siempre son colombianos o mexicanos, pero nunca gringos. No se conoce un solo capo norteamericano. ¿De verdad los latinos somos tan inteligentes que violamos sistemáticamente el sistema más inviolable del mundo? ¿De verdad los gringos tan ineptos?
Ahora bien, por el lado colombiano, algunos justifican el narcotráfico como delito, al afirmar que es terriblemente dañino contra la naturaleza. ¡¿Ah?! Por si no se han dado cuenta, desde que nos levantamos estamos atentando contra el equilibrio natural. La industria capitalista está sustentada en el daño sistemático a la naturaleza. Por ejemplo, la industria textil es la segunda más contaminante del mundo, después de la de hidrocarburos. O sea, uno se levanta se viste, se monta en el automóvil y contamina más que cualquier otra cosa.
Así que por supuesto que las drogas se deben legalizar. Es el único sector en el que Colombia tiene ventajas de todo tipo. El único en el que, desde la producción hasta la distribución, hay una especialización ventajosa para este país. Las muertes que ocasiona y los círculos de corrupción son producidos por la ficción del delito construida conjuntamente entre los EE.UU. y los dirigentes colombianos, no por el negocio en sí.
Por supuesto, una vez desaparece la venda del narcotráfico como delito, aparecen los verdaderos problemas: que los de la DEA se quedan sin trabajo. Que los gringos pierden un mecanismo de control efectivo. Que los políticos colombianos ya no pueden seguir manteniendo en secreto las “vueltas” que les han hecho los narcos. Que el despojo de tierras a los campesinos se queda sin peso. Y que el resto no tenemos cómo justificar el consumismo, el arribismo, la vulgaridad del lenguaje y la poca estima que tenemos por la vida.
Y, tal vez, el más fuerte de todos, es que desaparece una ficción en la que nos identificamos como colombianos. Como dice Harari, sin ficción no hay cohesión social[1]. Pero, yo creo que puede ser la posibilidad de crear una ficción menos sangrienta y más edificante. Los gringos ya lo están haciendo con el cuento de que la marihuana cura todo, ¿por qué no inventarnos algo así?
[1] Ver: HARATI, N. ¿Por qué la ficción triunfa sobre la verdad?
Te puede interesar: Estados Unidos: Recomiendan aprobar medicamento derivado de marihuana
no critiques, crea
Dejar una contestacion