Redacción elshabbat
El General Mario Montoya Uribe, hoy retirado, nació en Buga, Valle del Cauca en el año de 1949 y ha sonado en la memoria del país desde hace ya casi tres lustros. Es un militar con títulos y altas condecoraciones que ha tenido y tiene investigaciones por diferentes motivos pero sobre todo por sus nexos con el paramilitarismo colombiano. Estudió ciencias militares en la Escuela Superior de Guerra y una maestría en la Universidad de los Andes.
El General Mario Montoya Uribe, hoy retirado, nació en Buga, Valle del Cauca en el año de 1949 y ha sonado en la memoria del país desde hace ya casi tres lustros. Es un militar con títulos y altas condecoraciones que ha tenido y tiene investigaciones por diferentes motivos pero sobre todo por sus nexos con el paramilitarismo colombiano. Estudió ciencias militares en la Escuela Superior de Guerra y una maestría en la Universidad de los Andes. Es del arma de caballería e hizo todo su recorrido en la carrera militar hasta llegar al máximo grado: Comandante de las fuerzas militares de Colombia.
Su carrera ha estado llena de cuestionamientos y señalamientos de diferentes actores del conflicto colombiano, desde ONGs y periodistas, hasta organismos de control del Estado. Su nombre empieza a sonar de manera non sancta desde su periodo como comandante de la IV Brigada de Antioquia entre los años 2001 y 2003. En este período ocurre la masacre de Bojayá, donde es acusado de posible omisión de proteger a la población civil: los sobrevivientes de esta masacre denunciaron que al regresar al pueblo estaba reunido con paramilitares. El general lo negó rotundamente pero se han conocido videos de él acompañado de paramilitares.
Esta fue la primera mácula de este General condecorado del ejército de Colombia. De ese primer señalamiento pasó al siguiente, uno de los más recordados, de la triste e infame historia del Estado colombiano y sus fuerzas de seguridad. Siendo aún comandante de la cuarta Brigada de Antioquia, comandó dos operaciones gemelas: La operación Mariscal y la Operación Orión. Esta última ha sido una de las vergüenzas más rotundas del Estado y, en particular, del Ejército colombiano. En la operación Orión los miembros del Ejército y los paramilitares entraron a la comuna 13 de Medellín a fuerza y fuego indiscriminado, dando muerte y desaparición a civiles.
De esta operación se conserva una imagen que es ya símbolo de la memoria del conflicto armado del país. El fatídico 16 de octubre de 2002 comenzó el operativo militar en el que se involucraron más de 1.000 hombres de la fuerza pública, quienes entraron a sangre y fuego a la Comuna 13 de Medellín, comandados por el general Montoya en una acción de guerra total contra todos sus habitantes y, según Corpades, casi 3.000 paramilitares. El saldo oprobioso fue de 88 muertos, 80 civiles heridos, 370 detenciones arbitrarias y 95 desaparecidos de manera forzada. La excusa que dio el Estado colombiano fue que debían recuperar la zona de los grupos delincuenciales que allí se movían, la justificación fue llamada un “laboratorio de paz”.
Sin embargo, el jefe de Estado en ese entonces, Álvaro Uribe Vélez, no dudó en nombrarlo en el año 2006 comandante general de las fuerzas militares, para desde allí terminar de escribir su oscuro y oprobioso expediente. Después de su nombramiento como comandante, los señalamientos se incrementaron y mucha información salió a la luz pública. Uno de los primeros en salir a denunciarlo fue el paramilitar alias ‘Diomedes’, Luis Adrián Palacio, quien infiltró el Ejército y declaró ante un fiscal de Justicia y Paz que Montoya le habría enviado armas de regalo a alias ‘Doble Cero’. Luego ‘Don Mario’ lo señaló de recibir un apartamento de 800 millones y 1500 millones de pesos del Bloque Centauros para combatir al jefe paramilitar ‘Martín Llanos’; Don Berna lo vinculó a la masacre de Apartadó que ocurrió en 2005. En su momento, estas declaraciones fueron ignoradas judicialmente.
Como suele pasar en nuestro país, solo fue puesto en investigación cuando un senador de los Estados Unidos, Patrick Leahy, logró parar una ayuda al ejército colombiano por la no despreciable suma de 55 millones de dólares, hasta que Montoya no fuera investigado a fondo y formalmente. Pero la carrera del condecorado General no paró ahí y siguió al mando del ejército con grandes y exitosas operaciones, como la que le dio muerte a Raúl Reyes, en la famosa Operación Fénix, y la otra donde liberó a 15 secuestrados, entre quienes se encontraba la senadora Íngrid Betancourt.
No obstante, ninguna de estas operaciones le restará el lastre que trae consigo; además de las masacres en las que estuvo involucrado lo que más le pesa es su expediente son los tristemente célebres falsos positivos, de los que aún hoy no hay cifras claras. Se sigue esperando justicia y reparación para muchos colombianos como son los jóvenes de Soacha, Cundinamarca, protagonistas de una historia oscura que no debemos olvidar para no repetir y para exigir al Estado reparación.
Una de las entrevistas más conocidas de este caso es la hecha por el periodista Gonzalo Guillén al paramilitar Enrique Guevara, alias 101. Acá se las dejamos para que se formen un concepto de todo lo que ha pasado en el conflicto armado colombiano.
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