“La combinación de diferentes vacunas contra el covid-19 pueden ser un paso importante para generar una protección más amplia”. Esta es la premisa que precede uno de los anuncios más inusuales del año. La vacuna de AstraZeneca y Oxford y la vacuna rusa Sputnik V estudiarán si una combinación de ambas fórmulas resultaría más efectiva para forjar una protección frente al virus. Así empezará un nuevo programa de ensayos clínicos; el primero hasta la fecha sobre una combinación de vacunas.
No es la primera vez, ni seguramente la última, que se plantea una combinación de vacunas. Tampoco resulta sorprendente que los científicos tiendan la mano a colaborar con otros grupos. Más en el contexto de una crisis sanitaria global en que la comunidad científica se ha comprometido a compartir todos los avances. Pero la historia de la colaboración entre la vacuna británica y la rusa parece que empieza de una manera todavía más inusual.
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