Se acabó en plazo para inscribir las listas para disputar las curules del Senado del 2018. Y la situación no pinta nada bien para los colombianos de a pie. Pues en dichas listas no hay cambios sustanciales. Y así las cosas la democracia sufre de males que no podremos reparar en los próximos cincuenta años.
La Fundación Paz & Reconciliación nos lanza una advertencia que no podemos dejar pasar de lado. Las maneras de defendernos contra los malos gobiernos es estar informados de lo que hacen sus dirigentes políticos, llámese Ejecutivo, Legislativo o Judicial. La advertencia que nos hace la Fundación que no es bien vista por nuestra clase política tradicional: “Entregamos una primera lista de candidatos al Senado y a la Cámara de Representantes con importantes cuestionamientos en su vida pública. La mayoría de ellos pertenecen a clanes que tienen un gran control de la política regional y una influencia decisiva en la política nacional. La palabra clan tiene una larga historia, hunde sus raíces en la antigua suecia y ha saltado de una cultura a otra denominando siempre a grupos bajo la influencia de familias con poder político o territorial. En Colombia es quizás la palabra más adecuada para definir entramados de poder que en los últimos treinta años han dominado la política regional y que, con pocas excepciones, se han nutrido de dineros ilegales, tráfico de influencias y manejo clientelista de las instituciones. Los escándalos de corrupción o violencia en que se ven inmersos estos grupos son cada vez más frecuentes. En esta coyuntura resaltan los ligados a los sobornos de la empresa Odebrecht y los vinculados al “Cartel de la toga”. Se nos ha reprochado, siempre que presentamos estas listas, que incluyamos a personas jóvenes o recién llegados a la política que no han sido condenados o no tienen procesos judiciales y su aparición en las denuncias obedece a sus vinculaciones familiares. Se nos dice que no hay delitos de sangre. Respondemos siempre que derivan sus votos y su poder de esos nexos familiares y por eso los incluimos. Nosotros no tenemos ni buscamos ningún papel judicial. Sólo aspiramos a poner una alerta en la opinión pública. ”
No nos podemos quedar callados y todos y cada uno de los 48 millones de colombianos debe saber que votar por los mismos nos va mantener en la misma situación en la que hemos estado siempre, es decir, en la miseria y en la peor de los lugares en desigualdad y equidad en el mundo; donde para acceder a la salud y educación de calidad que nos merecemos nos toca rezar para que nos ganemos el baloto. La mayoría de los congresista de este noble país está involucrado en algún escándalo de corrupción o parapolítica, pertenece a un clan o simplemente es el delfín que vive de apellidos y herencias electorales non sancta. Según lo manifestó la Fundación la alerta está dada y dirigida a la opinión pública, nos toca entre muchos hacer que la información circule y cada vez más personas alcancen a recibir la información, y aunque para muchos el problema no es de falta de información sino que hay otros factores que hacen que la situación política de Colombia sea inviable. Sin embargo una sociedad informada puede elegir mejor que una que no lo está.
Todos y cada uno de los departamentos cuentan con candidatos que están por lo menos cuestionados por su proceder ético y político. En el departamento de Santander por ejemplo nos muestran el caso de tres senadores y acá le vamos a nombrar uno por su repercusión en la vida política del departamento desde hace ya una década, el señor ” Richard Aguilar Candidato al Senado por el Partido Cambio Radical. Es hijo y heredero de la estructura criminal de Hugo Aguilar condenado a 9 años por la Corte Suprema de Justicia por sus relaciones con el Bloque Central Bolívar. Richard Aguilar fue gobernador de Santander en el periodo 2012 – 2015, tras la captura de su padre. Aspira a ocupar el cargo que deja su hermano, Mauricio Aguilar, quien se desempeñó como senador durante dos cuatrienios y, de acuerdo con fuentes consultadas por la Fundación Paz y Reconciliación, abandonaría su escaño en el Congreso para buscar la Gobernación en 2019. Otro caso muy sonado y que a llevado hasta un show mediático es el del senador ” Armando Benedetti Aspira a ser reelegido al Senado de la República por el Partido de La U. Ha sido vinculado al escándalo de Odebrecht por el Fiscal General de la Nación, quien compulsó copias a la Corte Suprema de Justicia para que ella determine si abre investigación. Benedetti adelanta una dura controversia con el Fiscal Nestor Humberto Martinez defendiendo su inocencia y acusando a Martinez de persecusión política. Ha ido incluso más lejos al señalar que es el Fiscal quien tuvo vínculos con Odebrecht.” Otro caso para solo mencionar tres es el del hermano del ex Senador Bernardo Ñoño Elías, “Julio Elías Vidal candidato a la Cámara por el Partido de la U. Hermano y heredero de la estructura política del ex senador Bernardo “Ñoño” Elías, quien perdió su curul de senador por ser objeto de investigación en los escándalos de Odebrecht y del “Cartel de la Toga”.”
Todos y cada uno de estos personajes se defiende esgrimiendo el argumento “delitos de sangre” que en Colombia no existe pero debemos hallar la formula para que no sean los mismos con las misma los que sigan haciendo política en el país.
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